domingo, 9 de mayo de 2010

El arte de amar

Leyendo un libro que me recomendó una profesora del instituto, me he encontrado con una cosa que me ha gustado, pues me ha hecho reflexionar sobre las relaciones interpersonales con el otro sexo (o con el mismo, según la orientación sexual). No sé que pensáis aquellas personas que leeis esto, pero me gustaría saber otra opinión que no sea la mía.

Hay en la cultura contemporánea otro rasgo característico, estrechamente vinculado con ese factor. Toda nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable. La felicidad del hombre moderno consiste en la excitación al contemplar las vidrieras de los egocios, y en comprar todo lo qeu pueda, ya sea al contado o a plazos. El hombre (o la mujer) considera a la gente de forma similar. Una mujer o un hombre atractivos son los premios que se quiere conseguir."Atractivo" significa habitualmente un buen conjunto de cualidades que son populares y por las cuales hay demanda en el mercado de la personalidad. Las características específicas que hacen atractiva a una persona dependen de la moda de la época, tanto física como mentalmente. [...] De cualquier manera, la sensación de enamorarse sólo se desarrolla con respecto a las mercaderías humanas que están dentro de nuestras posibilidades de intercambio. Quiero hacer un buen negocio; el objeto debe ser deseable desde el punto de vista de su valor social, y al mismo tiempo, debo resultarle deseable, teniendo en cuenta mis valores y potencialidades manifiestas y ocultas. De ese modo, dos personas se enamoran cuando sienten qeu han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus propios valores de intercambio. [...] En una cultura en la ue prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el mercado de bienes y trabajo.

Erich Fromm (1956), El arte de amar.

2 comentarios:

  1. Jo... puede que tenga razón, pero yo no soy consciente de considerar a mi marido un producto ni buscaba lo mejor del mercado. Simplemente me encuentro a gusto con él, con sus virtudes y sus defectos, y queriéndome él a mí también con mis virtudes y defectos. A lo mejor somos un par de taras o productos de factory, pero sin duda somos felices y no querríamos acceder a algo "mejor".

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  2. Opino querida Morgana sobre lo que dices, que sencillamente das en el clavo. Así es esta mierda de sociedad, acorde a los INTERESES, porque todo se basa en burdos intereses. sino tienes trabajo eres un mierda, en cambio si eres poseedor de múltiples porpiedades dinero y un buen empleo estás en la cima social. Lo que se le olvida a al gente es que todos nacemos en pelotas y moriremos sin nada. Así que por mucho que acumulen, de nada les servirá. Por mí que se vaya al carajo nuestra sociedad consumista. Estoy harto de oír todos los días la misma palabra: Dinero, dinero dinero. Menuda obsesión.
    UN abrazo.

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