Casi he terminado los exámenes de septiembre, y digo "casi" porque es que a lo mejor me presento mañana a otra. De momento no ha estado mal la cosa:
- un sobresaliente con el que mi madre tiene la ilusión de que sea matrícula de honor (que está por ver, no depende de mí). Como no sea una matrícula, a mi madre no le habrá servido de nada el ponerse a chillar hasta el punto de llegar a temer por su vida,
-un aprobao ahí en medio que ni me sube de nivel ni nada,
-un trabajo en el que he invertido medio verano y que no me ha servido para nada (pero que nadie me discuta sobre los procesos cognitivos que se activan cuando hacemos un examen, porque de eso sé una jartá, por lo menos de la teoría),
-un examen extravíado, que no aparecía en las listas de las notas, y que para enterarme he tenido que buscar entre un montón de exámenes (que al final estaba aprobado, menos mal),
- un examen que seguramente estará suspenso y que tuve que hacer el día de mi cumpleaños (a lo que no hay derecho, desde aquí me quejo).
- un examen al que es capaz de terminar en un notable por haber ido a clase y haber hecho un trabajo de subir nota.
Un mes de septiembre bastante movidito, la verdad. Ahora me queda saber el examen de mi cumpleaños, que podrían aprobarme, que ya que no me han regalado nada por mi día (tampoco estoy cerca de mi familia, que son los que me regalan algo seguro) no estaría mal, no? Si lo apruebo ese, me voy a mi casa con mis padres y mis enanos, que ya es hora de celebrar mi cumpleaños en la piscina (a la que pienso tirarme aunque esté lloviendo), y con una beca del ministerio asegurada.
Jejeje, pues que tengas mucho que celebrar!!
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