jueves, 15 de octubre de 2009

Madrugar

Son las 6 de la mañana y hace ya una hora que empezó a remolonear en la cama. Se levantó con los ojos rojos, pues no estaba acostumbrada a levantarse tan temprano. Incluso cogiendo el tren tan temprano le gustó hacerlo a esa hora. Saldría de noche y llegaría a su destino sin amanecer todavía. Vería amanecer de camino a casa cargada con su mochila. Por un día descubriría esa parte de la ciudad que su padre conocía tan bien. Pensaba que era una manera de solidarizarse con él y de compartir, currante que se levanta a las 5:30 de la mañana para llegar al trabajo, y que hoy se levantó media hora antes, sólo por llevar a su hija pequeña al tren. Se cruzó con menos de 10 coches en unos 7 kms. Increíble para ella esa cantidad tan baja. Normalmente están llenos los 3 carriles de autovía, y hoy la carretera sólo para ellos. Alguna ventaja tenía que tener levantarse tan temprano, ¿no? Lo más curioso, es que a medida que van avanzando las estaciones, el tren va cada vez más lleno, ya casi no quedan plazas y están al principio del recorrido, segunda parada y en el andén un montón de gente esperando que el tren se pare para subir. Y ya no tenía más ganas de escribir, sólo de dormir. Su inseparable Amélie viaja con ella. Película perfecta para cualquier viaje o cualquier situación.

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